
Octubre 07 / 2025 Martes de Fe
Por: Ing. Rafael A. Sánchez C.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.”
— Eclesiastés 3:1 (RV1960)
Las “Semanal con la Prensa” del presidente Luis Rodolfo Abinader Corona surgieron con una loable intención: abrir las puertas del Palacio, rendir cuentas al país, transparentar la gestión y acercar la figura presidencial al pueblo dominicano. Un ejercicio democrático, sin duda.
Pero hoy, lo que nació como un puente, se ha transformado en un túnel: repetitivo, predecible y desgastante.
“El poder no corrompe; el miedo a perder el poder es lo que corrompe.”
— John Steinbeck
La reiteración excesiva de un mismo formato, semana tras semana, ha provocado un desgaste colosal, visible y audible. Las preguntas se repiten, las respuestas se diluyen, y la esencia de rendición de cuentas se transforma en espectáculo rutinario. Hasta la belleza cansa, y lo que se repite sin renovación pierde sentido, valor y respeto.
Ni el presidente ni su círculo asesor parecen percibir el flaco servicio que esta dinámica le hace a la imagen presidencial y, por extensión, a la credibilidad institucional. No es deslealtad advertirlo; es patriotismo. Gobernar también implica saber detener, corregir o reinventar los instrumentos que pierden eficacia. La autocrítica no debilita al poder: lo engrandece.
La comunicación gubernamental debe ser científica, medible, transparente. Existen métodos de validación empírica —encuestas, indicadores, matrices de impacto mediático— que pueden determinar si La Semanal sigue cumpliendo su cometido original. Si no, urge reformularla con criterio técnico, periodicidad razonable y contenidos verdaderamente informativos.
“El éxito consiste en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.”
— Winston Churchill
El liderazgo moderno no se mide por exposición constante, sino por efectividad comunicativa. La sociedad dominicana necesita un presidente que hable menos y resuelva más, que escuche más y exhiba datos verificables, no opiniones defensivas. El pueblo ya no se conforma con discursos: exige resultados, métricas, verdades contrastadas.
A veces, la prudencia comunica más que la palabra. Porque el silencio reflexivo también es una forma de sabiduría política.
En mi Vallejuelo dicen:
“Lo mucho hasta Dios lo ve… y hasta la belleza cansa.”
Es tiempo de mirar con los ojos del alma y de la conciencia; ver qué funciona y qué ya no. Gobernar no es insistir: es discernir.
Escrito de: Ing. Rafael A. Sánchez
C. DIOS ES BUENAZO…!!!