Por Rodolfo Ramirez
Recientemente en Colombia, el precandidato presidencial y actual senador Miguel Uribe Turbay, recibió un disparo en un mitin que lo ha puesto entre la vida y la muerte. Su madre, la periodista Diana Turbay, fue asesinada el 25 de enero de 1991 por «Los Extraditables», una organización criminal colombiana surgida como una ramificación del Cartel de Medellín, liderada por Pablo Escobar y otros capos de la droga. Este trágico evento nos sirve como un sombrío recordatorio de los peligros inherentes a la influencia del narcotráfico en la política y la sociedad.
En este contexto, siento una profunda decepción al observar cómo algunos medios de comunicación tradicionales y supuestos comunicadores, con una insistencia preocupante, se empeñan en promover la figura de un señor que públicamente se autoproclama «el papá de los narcotraficantes» en la República Dominicana. ¿Es acaso esta la imagen que queremos para nuestros jóvenes? ¿Es este individuo un referente o una buena influencia para la sociedad dominicana? Resulta incomprensible y alarmante que se le conceda semejante plataforma.
Señor Quirino, le instamos a que se dedique a disfrutar su vejez y deje que los políticos cumplan su ciclo y su destino hasta donde la sociedad dominicana lo permita. Abandone ese discurso gastado y malintencionado contra el expresidente Leonel Fernández. El pueblo dominicano, que ya ha escuchado esas acusaciones en innumerables ocasiones, no las cree y las considera una artimaña más para desviar la atención de los verdaderos problemas nacionales. Su persistencia en estas falsedades solo revela una agenda personal que poco tiene que ver con el bienestar colectivo.
A aquellos que le están haciendo coro a este señor, les advierto: ¡cuidado! La sociedad dominicana los está observando de cerca. Revivir la figura de este individuo en la palestra pública con la única intención de intentar detener un posible ascenso al poder del Dr. Leonel Fernández en 2028 no es más que una «gallolocada» de su parte, una estrategia tan desesperada como ineficaz. Esta maniobra solo desprestigia a quienes la orquestan y a los medios que se prestan a ella.
Permítanme ser claro: ninguno de ustedes ha realizado aportes al país, ni siquiera una fracción, de lo que el expresidente Fernández ha hecho por la República Dominicana, esté usted de acuerdo o no con él. Si ustedes carecen de ocupación o de argumentos válidos para el debate político, les recomiendo, con todo respeto, que busquen un «palito» y se vayan al patio de sus casas a jugar «con lo que ustedes saben». La política dominicana merece un nivel de discusión mucho más elevado y constructivo. La agenda nacional no puede ser secuestrada por intereses personales y acusaciones sin fundamento.
La sociedad dominicana requiere mejores aportes de ustedes como medios de comunicación. El liderazgo y el propio sistema de partidos ya no aguantan más descrédito. No destruyamos algo tan hermoso como es la ciencia política; hagamos un verdadero favor positivo a la nación dominicana, elevando el nivel del debate público y poniendo en agenda nacional temas más importantes como la educación, la agricultura, la vivienda, la seguridad vial y un verdadero ordenamiento territorial y jurídico.
Un llamado a la valoración de nuestros expresidentes
Para concluir, quiero hacer un llamado a la sociedad dominicana: valoremos a nuestros expresidentes. Propongo la creación de un Observatorio de Expresidentes que sirva como fuente de orientación y consejo para el presidente de turno. Además, sugiero que se reforme la Constitución para que los expresidentes pasen a ser senadores vitalicios y consejeros presidenciales honoríficos, con sus respectivos escaños en el congreso. Esto aseguraría que su experiencia y conocimiento continúen al servicio del país, trascendiendo las diferencias políticas y fortaleciendo la institucionalidad.
TD: EP
